Santo Domingo. – En los barrios 27 de Febrero y María Auxiliadora, la población vive cada día con el temor de ser víctima de la delincuencia, mientras crece el sentimiento de abandono y la frustración por la falta de oportunidades para los jóvenes.
El dirigente comunitario Alexis Peña afirmó que el Estado ha perdido el control de estas zonas, donde “la gente debe encerrarse antes de que caiga la noche”.
Para él, la situación ya está fuera de control y la falta de espacios para el desarrollo juvenil es parte del problema. «Los jóvenes del 27 de Febrero necesitan su politécnico, un polideportivo, una casa de cultura. Se le ha solicitado al Ministerio de Cultura, pero no nos responden. Invierten el dinero en otras cosas”, denunció.
La violencia como síntoma del abandono
Desde la parroquia del sector, el padre Castillo coincide en que lo que ocurre en estos barrios ya no es un caso aislado. Asegura que la violencia es el resultado de una cadena de abandono que empuja a los jóvenes al consumo de drogas y a integrarse a pandillas juveniles que imponen el miedo.
“La inseguridad está muy latente, sobre todo porque hay muchos puntos de droga. Aquí hay tiroteos y atracos a cualquier hora del día”, advirtió el sacerdote.
Colmaderos se atrincheran; la población, encerrada
La libre circulación de armas y el control territorial de las bandas convierten estos sectores en zonas donde la vida está en riesgo. Ante esta realidad, los colmaderos se han visto obligados a instalar cámaras de seguridad, reforzar sus puertas y cerrar temprano.
“No se puede caminar por ningún lado, hay atracos a todas las horas”, denunció una residente. En la zona del hospital, las mujeres que llegan temprano en la mañana son asaltadas con frecuencia.
En María Auxiliadora, el reclamo es el mismo: “Aquí hay que mantener la seguridad. ¿Cómo? Con más patrullaje y más vigilancia en todos los sectores del país”.
Comerciantes y miembros de las juntas de vecinos coinciden en que, ante la falta de respuesta, su única opción es encerrarse en sus casas desde las nueve de la noche, para evitar ser blanco de la delincuencia. La sensación general es de miedo, frustración y abandono.
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