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Huérfanos del Jet Set: la tragedia que el Estado aún no previene


SANTO DOMINGO. – Más de 130 niños quedaron sin uno o ambos padres tras el colapso de la icónica discoteca; familias claman apoyo mientras la supervisión de locales comerciales sigue sin reforzarse. María se despertó hoy queriendo abrazar a mamá.

La buscó primero en su cama, luego en la cocina, y después en el pequeño patio donde siempre la veía tender la ropa mientras cantaba. Pero mamá ya no está. Desde hace casi tres meses, la vida de María —nombre cambiado para proteger su identidad— se detuvo la noche que la tragedia del Jet Set le arrebató no solo a su madre, sino también la certeza de sentirse cuidada y segura.

La niña, ahora vive con su tía, quien hace malabares para sostener a sus propios hijos y a su sobrina huérfana. A sus seis años, María no entiende por qué su madre no vuelve. Solo sabe que la extraña, y que a veces llora bajito para que no la escuchen.

Como ella, hay 136 menores de edad identificados hasta ahora que quedaron en situación de orfandad tras la fatídica tragedia ocurrida en el reconocido centro de entretenimiento Jet Set, en Santo Domingo. Según informó el programa social Supérate, de esos 136 niños y niñas, 19 perdieron a ambos progenitores.

“Reparar no borra el dolor, pero dignifica a quienes lo sufren. Lo verdaderamente imperdonable es la omisión de un Estado que pudo prevenir la tragedia y aún tiene la obligación de proteger a los niños que quedaron atrás”, escribe Vida Gaviria, una influyente venezolana, que reside en el país, y quien perdió a su esposo en la tragedia.

Ella escribió un mensaje en sus redes que estremece y que se lee así:

«Familias queridas, hoy, lamentablemente, tocó el desánimo.

Ante un error, los seres humanos siempre tenemos la oportunidad de hacernos mejores a través de la reparación. Este acto no siempre restituirá la situación al estado anterior al agravio, pero al menos, aliviará en alguna medida el daño causado.

Esta es una expectativa que todos los seres humanos tenemos y es prácticamente un derecho: ser resarcidos cuando hemos sido agraviados.

El Estado dominicano es corresponsable de lo que pasó en Jet Set. No existía regulación que exigiera a los locales públicos evaluaciones periódicas para garantizar la seguridad ofrecida a sus usuarios.

Esto era así antes de Jet Set y quién sabe si de haber existido esa medida, esta tragedia hubiera pasado.

Al día de hoy, casi 3 MESES después de semejante hecho, no se ha emitido un decreto u orden que exija lo antes mencionado.

Quiere decir que seguimos visitando locales inseguros, secundados por un Estado que nos desampara bajo la omisión.

Tampoco se ha dictado alguna medida de emergencia que acelere los procesos derivados del caso.

La institución supuesta a ayudar económicamente a las víctimas (hay más de 100 menores de edad huérfanos) aún no concreta dicha facilidad que es, por demás, ínfima para el aporte que podían hacer unos adultos proveedores para sus hijos todavía en formación.

La no respuesta al reclamo de derechos es igual a la negación de los derechos.

Es doloroso el proceder de un Estado que, siendo corresponsable de la tragedia, tampoco ejecuta actos reparatorios oportunos.

En este momento tocó el desánimo. Sé que en minutos retomaré mis actividades y mi mente se irá a escenarios esperanzadores y mi vida seguirá.

Sin embargo, reflexiono sobre la velocidad de respuesta en el acompañamiento de situaciones trágicas.

No puede ser lento.

No puede ser ‘mientras se investiga’.

No puede ser según el protocolo.

Tiene que ser sensible, inmediato. Humano.

Podemos ser mejores. Estoy segura de que sí».

Las cifras estremecen

De las 28 familias visitadas por la comisión interinstitucional creada para responder a la emergencia, 25 han solicitado apoyo económico a través del bono de emergencia, mientras que 27 pidieron apoyo psicológico y emocional. Según la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) que se promueve a través del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ratificada por casi todos los países del mundo, los Estados son los principales garantes de la protección de los niños, niñas y adolescentes.

El artículo 19 de la CDN establece que los Estados deben proteger a la niñez contra toda forma de violencia, abuso, descuido o explotación, tanto dentro como fuera del hogar.

Pero detrás de estas estadísticas hay preguntas que pesan: ¿Quién vela por estos niños ahora? ¿Qué responsabilidad tiene el Estado dominicano frente a una tragedia que pudo prevenirse?

El caso del Jet Set puso en evidencia una falla estructural: no existían regulaciones claras ni evaluaciones periódicas que garantizaran la seguridad de locales públicos donde cientos de personas se reúnen cada semana. El dolor de María y de decenas de niños no solo tiene raíz en la pérdida, sino en la negligencia.

Hasta la fecha, no se ha emitido un decreto ni una orden ejecutiva que obligue a reforzar la supervisión de infraestructuras y centros de entretenimiento, ni se han anunciado medidas de emergencia para prevenir que una tragedia similar vuelva a repetirse. Mientras tanto, muchas familias visitan locales inseguros, amparados en permisos y normas que nunca se actualizan o supervisan.

Hoy, cuando María se despierta buscando a su madre, la esperanza es que la tragedia que la marcó no quede solo en el recuerdo de un accidente lamentable, sino que empuje a las autoridades a actuar, reparar y proteger a quienes, como ella, más lo necesitan. Porque detrás de cada número hay un abrazo que ya no está. Y una infancia que merece justicia y seguridad para volver a soñar sin miedo.

Tragedia

El desplome del techo en el centro de entretenimiento Jet Set, en Santo Domingo, que ha dejado múltiples víctimas y familias devastadas, ocurrió el pasado 8 de abril.



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